5 de abril de 1813
Al dirigirse a los participantes, Artigas formuló expresamente el principio de soberanía popular que el siglo de las luces había inspirado en las mentes más progresistas de la época: la autoridad no es sino delegación del pueblo, su titular original. Este concepto "rousseauniano" articuló las ideas y la praxis del encuentro de abril. Al hablar, recordó que era la segunda vez que los orientales hacían uso de esta soberanía, refiriéndose, sin duda, a las asambleas de 1811.
En la exposición inicial con que dio apertura al Congreso, el jefe de los orientales puso al tanto a los presentes, en su mayoría hacendados y saladeristas, de las cuestiones a debatir.
Primeramente, el tema del reconocimiento de la Asamblea Constituyente y en segundo lugar, la necesidad de formar un órgano que se encargara de restaurar la devastada economía de la Banda Oriental.
El primero de los puntos fue, con mucho, el centro del discurso. En él se congratulaba Artigas de que la revolución se diese en el marco de la ley, pues estando "aún bajo la fe de los hombres", se hacían imprescindibles "las seguridades del contrato". La experiencia de los años previos abonaba la conclusión.
Si bien era bienvenida la instalación de la Asamblea, decía el caudillo, no convenía un reconocimiento por obediencia, lo que desandaría el camino trazado. Sugería, por el contrario, un reconocimiento por pacto, que implicaba la libertad de retractarse en caso de que no se cumplieran las condiciones acordadas. Este principio contractualista, en el cual se insinúan tanto las ideas del siglo ilustrado como las tradiciones de los fueros españoles, sería rector a la hora de redactar las instrucciones.
También se preguntaba Artigas si correspondía el reconocimiento antes de obtener respuesta a la Misión García de Zúñiga, que trataba, precisamente, de conocer la posición del gobierno porteño frente a la soberanía de los pueblos.
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